30 de octubre de 2016

Dóblate tú mismo

¿Conocéis esa sensación tan española de querer que el verano no se acabe nunca? ¿Ese deseo irrefrenable de alargar las vacaciones hasta el infinito y más allá? ¿Esos intentos desesperados de aplazar sine die la vuelta a la rutina típicos de septiembre? Si habéis contestado afirmativamente, os felicito. Eso significa que no sois autónomos. Y que puede que lleguéis a entender por qué se ha retrasado tanto la publicación de esta nueva entrada del blog. Se me ha ido un poco la mano con el paréntesis vacacional, qué le vamos a hacer. Gracias por seguir ahí.

Tranquilos, durante estos meses de ausencia no he dejado de lado mi obsesión por la traducción audiovisual. De hecho, el pasado 27 de septiembre participé en las IV Jornadas del Día del Traductor (TradUA) de la Universidad de Alicante con mi charla Un gran poder conlleva una gran intertextualidad. Abajo os adjunto una fotografía, porque yo tampoco me lo acabo de creer. Como ya os podéis imaginar, me centré uno de mis temas favoritos (y sobre el que ya os he dado la vara un par de veces): la traducción del cine de superhéroes. Las diferencias de traducción entre cómics y películas me sirvieron para explicar por qué la intertextualidad es una propiedad textual tan importante para el traductor audiovisual. Todo aderezado con buen humor y ejemplos sorprendentes. No sé, yo creo que pasamos un rato majo. A ver si podemos repetirlo alguna vez. Por si fuera poco, en el último programa del podcast especializado en cómics 2 Frikis y 1 Murciano me dejaron hablar un ratito sobre todo esto a partir del minuto 01:59:00. Y parecían interesados y todo. Aquí podéis escucharlo.

Sí, acabo de dedicar un párrafo entero a excusarme por no haberme puesto a escribir entradas nuevas antes (y a hacerme algo de autobombo)… pero reconoced que la excusa era buena. Ahora que puedo ver en vuestros ojos que ya me habéis perdonado, es el momento de volver a la normalidad después de estos minutos publicitarios y dar el pistoletazo de salida a la «segunda temporada» del blog. Nos ponemos en marcha descubriendo un aspecto algo curioso del mundo del doblaje antes de volver a nuestros fueros traductológicos en próximas entregas.


Hasta los que somos partidarios de la existencia del doblaje debemos admitir que uno de los argumentos más certeros en su contra es que, por mucho que se esfuerce el encargado de doblar al personaje en español, siempre estaremos condenados a perdernos una parte de la interpretación del actor original: su voz. Afortunadamente, el cine es la industria de los sueños y el único objetivo de Hollywood es convertir nuestros deseos en realidad (o dinero). Bienvenidos al apasionante mundo de las versiones multilingües que mantienen a los mismos actores (léase con un marcado acento británico).

4 de julio de 2016

¡Sed creativos! La traducción de neologismos en «Mad Max: Furia en la carretera»

El traductor debería considerar grandes regalos tanto la fantasía como la ciencia ficción (las fronteras entre las dos son cada vez más difusas, sobre todo en la sección de libros del Fnac). Ambas le permiten echar mano de su recurso favorito. No, no estoy hablando de  la Fundéu, sino de la imaginación. ¿A qué traductor no le gustaría atacar naves en llamas más allá de Orión? ¿Quién no querría ver rayos C brillar en la oscuridad cerca de la puerta de Tannhäuser? Hay gente que ha traducido cosas que vosotros no creeríais.

Yo descubrí todo esto cuando participé en los cursos de Traduficción que imparte Manuel de los Reyes (@tradelosreyes), un nombre que debería sonarte muy mucho si te interesa la traducción literaria, para Con Trazo Firme. A la hora de realizar los ejercicios, consistentes en la traducción de fragmentos de novelas pertenecientes a estos géneros, me di cuenta de las enormes posibilidades que ofrece un texto así. Sus palabras te piden creatividad a gritos. Después, cuando todos los participantes pusimos el trabajo en común y comparamos las diferentes alternativas que se nos habían ocurrido, comprobé que, efectivamente, las soluciones pueden ser infinitas, pero también es infinito el cuidado que hay que tener a la hora de seleccionar la más adecuada de acuerdo con el texto original.

Antes de seguir, deberíamos establecer una distinción entre las obras audiovisuales de género fantástico que resulta especialmente relevante para la labor del traductor. Según su origen, encontramos películas que son adaptaciones al cine de una obra previa (libros, cómics, videojuegos…) y otras que son productos originales. El modo de enfrentarse a la traducción de las primeras presenta una importante diferencia respecto al trabajo con las últimas.  

En el primer grupo, incluiríamos sagas como Harry Potter, El señor de los anillos o Los juegos del hambre. En estos casos, será muy importante documentarse sobre cómo se tradujo la terminología específica en el material original y preocuparse por conservar la intertextualidad. Es un método de trabajo que tiene como consecuencia que el traductor no pueda permitirse ser excesivamente creativo, pero los numerosos seguidores de este tipo de productos agradecen cierta coherencia en la denominación en español de los términos. Para que me entendáis, Frodo no puede vivir en la Tierra del Medio ni apellidarse Mochilón.

16 de mayo de 2016

La importancia de llamarse Deadpool

Últimamente hay más películas de superhéroes que elecciones. Como aficionado al género, no puedo hacer más que disfrutar del momento y cruzar los dedos por miedo a que esta burbuja de amor por las capas estalle en cualquier instante. Como autor de un blog de traducción audiovisual, no puedo evitar aprovecharme de las circunstancias y colaros una entrada sobre el tema de vez en cuando. En esta ocasión, me he decidido por centrarme en un aspecto que tiene más miga que el mantel del Monstruo de las Galletas: la traducción de los nombres de los superhéroes.

¿Por qué en nuestro país no conocemos a Spiderman como, por ejemplo, el Hombre Arácnido? ¿O a Superman como el Superhombre? ¿O a Iron Man como el Hombre Plancha? En definitiva, ¿por qué los nombres de algunos superhéroes se traducen y los de otros no? Si hubiera que dar una respuesta sencilla, podríamos decir que es a causa de los cómics. Como ya os he contado en alguna ocasión, la intertextualidad resulta transcendental a la hora de doblar este tipo de largometrajes basados en un material previo. Debido a esto, podemos suponer que la traducción vendrá marcada por el nombre por el que son conocidos los personajes en nuestro país gracias a los cómics. Por desgracia, en la traducción audiovisual nunca hay respuestas sencillas. Cada vez son más numerosos los justicieros enmascarados que acaban llamándose de manera diferente en la gran pantalla y en las viñetas. Veamos si un repaso por los últimos estrenos del género nos ayuda a aclarar las ideas (aunque obviaremos Batman v. Superman: El amanecer de la justicia (2016) por motivos médicos).


Precisamente, uno de los exitazos más inesperados de lo que llevamos de año lo protagoniza un señor en mallas. Estoy hablando de Deadpool (2016), que ha demostrado que el secreto para que no nos cansemos de este tipo de adaptaciones es darle a cada una de ellas el tono particular que le corresponde (es decir, ser fieles en espíritu a los cómics). Contra todo pronóstico, una comedia para mayores de dieciocho deslenguada y bestia con un superhéroe desconocido para el gran público ha batido récords de taquilla por todo el planeta. Aunque, ¿cómo de desconocido era Deadpool en nuestro país? Pues, con ese nombre, bastante. En los cómics españoles, este mercenario bocazas siempre se ha llamado Masacre. De hecho, hace unos años se produjo un videojuego sobre sus aventuras y se mantuvo esta denominación. Es una traducción bastante creativa, para qué engañarnos, pero es la que estaba establecida en España, qué le vamos a hacer. Para compensar, los aficionados a veces nos referimos al personaje con el sobrenombre de «muertopiscinas». 

Sorprende que se realicen modificaciones así en este tipo de películas, en las que se suele cuidar la traducción pensando en los fans (lo que no significa que no haya antecedentes, recordemos que los X-Men eran la Patrulla-X en los cómics). Vale, cabe señalar que la cinta da un origen al nombre en el que el término «masacre» no nos acabaría de encajar, pero no es nada que no se pueda arreglar con un par de alteraciones en el diálogo. Y, además, Javier Pérez Alarcón (@javipalarcon) nos explica en esta charla que el doblaje de la serie animada de Spiderman de los 90 llamó Masacre a un villano del trepamuros que aquí siempre había sido Matanza, pero tampoco creo que eso fuera una razón de peso para que la productora llevara a cabo este cambio. En mi opinión, el hecho de que hablemos de un personaje minoritario (no es, ni de lejos, lo mismo que cambiarle el nombre a Batman) y la popularidad que fue ganando la marca Deadpool en las redes sociales durante los meses previos al estreno tuvieron mucho más que ver. Si fuera un caso aislado, podríamos acostumbrarnos al cambio y hacer como que no ha pasado nada, pero, para desgracia de los aficionados y de la intertextualidad, esto se está convirtiendo en una costumbre.

24 de abril de 2016

Camarero, hay un famoso en mi doblaje

Escuchar una voz conocida puede resultar tranquilizador en según qué ocasiones. Cuando estás solo en un lugar desconocido, cuando te encuentras alejado de tus seres queridos o, sobre todo, cuando estás viendo una película doblada. Al menos, eso parece que creen las productoras. Cada vez es más frecuente que en los doblajes colaboren famosos que no tienen demasiada experiencia en este campo. Especialmente, en las películas de animación. ¿Cómo y por qué se originó esta moda? ¿Cualquier personaje popular puede convertirse en actor de doblaje por obra y gracia del marketing? Y, lo que más nos interesa, ¿su presencia puede llegar a afectar a la traducción de una película? Hagamos un repaso por algunos de los «doblajes VIP» que han llegado a nuestras pantallas e intentemos encontrar respuesta a estos interrogantes. Si no lo logramos, al menos nos habremos codeado con las estrellas durante un rato. Igual hasta conseguimos algún autógrafo y todo.

Empecemos por el principio. Como os podéis imaginar, esto no nos lo inventamos nosotros. En EE. UU. también es habitual que el elenco de voces de las cintas animadas esté compuesto por actores famosos, aunque el proceso es bastante diferente, porque allí habitualmente graban sus líneas antes de que la película esté completa y la animación de los personajes se basa en su actuación. El caso es que no siempre ha sido así, antes eran profesionales del doblaje los que realizaban esta tarea. Sin embargo, el trabajo de Robin Williams como el Genio de Aladdin (1992) marcó un antes y un después. Aquello fue una unión perfecta entre actor y personaje. El Genio acabó convirtiéndose en el elemento más popular de la película. Desde entonces, se empezó a potenciar la inclusión de actores célebres en este tipo de proyectos hasta convertirse en algo habitual.

En Dreamworks Animation son unos auténticos especialistas en la materia. No hay ni una sola de sus producciones en las que no haya al menos media docena de famosos en los papeles principales. Esto supone una ventaja clara a la hora de promocionar sus productos y a los actores no les conlleva mucho esfuerzo, así que todo el mundo gana. Solo hace falta echar un vistazo a las fichas de tres de sus películas al azar en eldoblaje.com para darnos cuenta de que las versiones españolas no se quedan atrás. Comprobemos, por ejemplo, quien se encargó de doblar aquí El espantatiburones (2004), Madagascar (2005) o Vecinos invasores (2006). Aparecen ante nuestros ojos listas interminables de famosos de todo tipo. Algunos nombres ya ni siquiera nos suenan, porque gozaban de una alta popularidad en el momento del estreno y ya han caído en el olvido. Otros ni siquiera son actores. Muy pocos habían participado en doblajes previamente. 

Recordemos que en la versión original los papeles están hechos a la medida del intérprete y suelen basarse en su actuación y su voz. Por tanto, habrá que tener especial cuidado a la hora de buscar la voz española y no inclinarse simplemente por el famoso de moda. Hay que admitir que a veces se da en el clavo y se consigue encontrar a un rostro popular que encaja a la perfección con el personaje. Me vienen a la cabeza los casos de Josema Yuste como el ya mencionado Genio (muy a la altura de Williams), José Mota como el Asno de la saga Shrek o Anabel Alonso como Dory en Buscando a Nemo (2003), cuyas voces siempre se asociarán a estos personajes en nuestro idioma.

18 de marzo de 2016

Esta peli ya la he visto. Las autorreferencias de la saga «Terminator»

No se me da bien disimular. Es un hecho. Así que estoy seguro de que durante las entradas anteriores se ha notado que me encuentro mucho más cómodo hablando sobre películas que me gustan que centrándome en aquellas que considero «fallidas», por decirlo de una manera educada. No obstante, hoy voy a saltarme mis propias reglas y voy a centrarme en una película que no me gusta demasiado. Me parece una excusa perfecta para darnos cuenta de que hasta las peores películas pueden tener buenas traducciones, de esas de las que siempre se puede aprender algo.

La saga Terminator tiene un problema llamado Terminator 2: el juicio final (1991), una secuela que exprimió al máximo las posibilidades del original, superándolo en todos los aspectos y dejando un grato recuerdo en el público. Ni Terminator 3: la rebelión de las máquinas (2003) ni Terminator Salvation (2009) supieron mantener el nivel. Mientras la trama se embrollaba cada vez más, la calidad del guion y la recaudación en taquilla disminuían secuela a secuela. Sinceramente, lo único bueno que nos había aportado la saga en los últimos años había sido la inspiración de cierto himno del «subnopop». Aun así, al ser humano (y, especialmente, al productor de Hollywood que posee los derechos de un material antaño exitoso) le encanta tropezar tres veces con la misma piedra. Por tanto, no debería extrañarnos que el año pasado llegara a nuestras pantallas Terminator Génesis. Aparte de atentar contra la ortografía inglesa en su horrendo título original (Terminator Genisys), este nuevo proyecto pretendía ser a la vez una secuela, un remake y un reboot de la película original. Y quien mucho abarca…

En esta nueva aventura, algunos personajes viajan en el tiempo y cambian sucesos que ocurrieron en la primera parte, reescribiendo la saga y permitiendo que la historia empiece de cero a la vez que continúa. Dicho así, suena un poco a galimatías, pero solo hace falta ver la película para confirmar que, efectivamente, esto es el lío padre. Imaginaos que la primera Terminator (1984) es una habitación de hotel. Terminator Génesis es el roquero borracho que pasa una noche allí y la destroza. En realidad, esto no nos importaría demasiado si estuviéramos ante una cinta que fuera mínimamente entretenida. Al fin y al cabo, las paradojas temporales incomprensibles son un rasgo tan característico de la franquicia como los modelos buenorros viajando en bolas desde el futuro. Las anteriores entregas también pedían cierta suspensión de la incredulidad por parte del espectador, pero este siempre había recibido diversión pura y dura a cambio (spoiler: aquí no ocurre lo mismo).


Este rocambolesco planteamiento tiene como consecuencia que el metraje esté trufado de autorreferencias a la saga. La autorreferencialidad (que no es más que intertextualidad con un bigote postizo) siempre supone un reto para el traductor. Todas las entregas de una franquicia deben mantener una cierta coherencia en su traducción, a pesar de que puedan pasar por diversas manos. Hoy en día, en el proceso de doblaje de muchas sagas cinematográficas exitosas este problema se subsana mediante la utilización de glosarios que recogen los términos más importantes, pero las productoras no siempre dan todo en bandeja. En algunas ocasiones será necesario comprobar cómo se tradujeron determinados elementos en anteriores entregas para evitar meter la pata en caso de que se les vuelva a hacer referencia. Como ya he adelantado, en la película que nos ocupa es más que necesario.

4 de marzo de 2016

La traducción de insultos en «Espías». Entrevista con Josep Llurba



¿Hay algo mejor que ir al cine con las expectativas bajas y encontrarte con una película más que entretenida? A mí esto me sucedió con Espías (2015). Descubrí casi por sorpresa una divertida parodia del cine de espías, con un Jason Statham sin ningún problema en reírse de sí mismo que llegaba a adueñarse de la función (su monólogo en el hotel de París es antológico). Además, la traducción no solo estaba a la altura, sino que me pareció de las mejores que había disfrutado en mucho tiempo.

Su doblaje es toda una enciclopedia de insultos imaginativos y motes disparatados que suenan muy naturales en español. En la siguiente tabla, podéis echarle un vistazo a algunos de mis ejemplos preferidos sacados de la película. A la izquierda, se recoge cómo aparecía la expresión malsonante en la versión original y, a la derecha, cómo se tradujo en nuestro país. No os recomiendo leerlos en voz alta si hay niños en las inmediaciones.

INGLÉS
ESPAÑOL
Christmas on a cracker!
¡La leche en patinete!
Thundercunt
Putonazo
Shitter
Cagódromo
Lunch lady
Vacaburra
Holy shit
Hay que joderse
For fuck’s sake
Me cago en sus muertos
Dumbass
Tontalaba
Mr. Bag O’Dicks
Carapijo
I am so badass!
¡Soy la puta leche!
Asthmatic Big Bird
Caponata asmática
God damn it!
¡Cagüen la puñeta!
You’re like a balloon animal
Joder con la cerda de las tetas de goma
Motherbutler
Hija de perraca
You dress like a slutty dolphin trainer
Vistes como una putilla adiestradora de delfines
God, you’re an asshole
Qué cabrona eres
You’re gonna fuck this up!
¡Vas a joder la marrana!

Queda claro que no ofende quien quiere, sino quien sabe.

19 de febrero de 2016

Títulos absurdos: la leyenda renace

Como ya te hizo saber tu amigo adicto al gimnasio, a finales del mes pasado se estrenó en España Creed (2015). Si no tienes ningún colega vigoréxico y desconocías su existencia, solo te hace falta saber que la película trata sobre un joven que quiere ser boxeador y al que entrena el mismísimo Rocky Balboa (Sylvester Stallone en persona). Vamos, que a pesar de no dar demasiadas pistas en su título, es una secuela en toda regla de las películas de Rocky. El caso es que me llamó la atención que en nuestro país se haya explicitado su relación con la saga traduciendo dicho título como Creed. La leyenda de Rocky. Es un ejemplo perfecto de lo que en traducción se llama creación autónoma (introducir un elemento nuevo que no estaba presente en el original). El motivo de la introducción del subtítulo está claro, se buscaba atraer a los fans del personaje.  No obstante, lo que más me interesó fue el uso de la palabra «leyenda». Me vinieron a la cabeza numerosos ejemplos de títulos traducidos para nuestro país en los que se incluía este vocablo a pesar de no aparecer por ninguna parte en el original. Se ve que Gustavo Adolfo Bécquer fue todo un visionario y a los españoles nos pirran las leyendas, porque no perdemos la oportunidad de poner una en cada título.

Si eres lector habitual del blog, espero no tener que recordarte que los traductores no deciden los títulos definitivos de las películas. Aunque me gustaría añadir que tampoco tienen nada que ver con estos subtítulos legendarios. El traductor puede aportar sugerencias, pero todo esto es fruto de las decisiones de la productora y su equipo de marketing. Por esta razón, vamos a intentar ponernos en su pellejo para intentar razonar estos cambios y buscarles un posible motivo comercial.

Con el objetivo de analizar este extraño fenómeno, he repasado todos aquellos largometrajes con leyendas artificiales en su título traducido y he llegado a la conclusión de que podríamos clasificarlos en tres categorías diferentes, que paso a desgranar a continuación.

5 de febrero de 2016

¿Es un pájaro? ¿Es un avión? No, ¡es un intertexto!

Ya os hablé hace poco de mi pasión por la intertextualidad y hoy, a pesar de que en España la poligamia es ilegal, os tengo que confesar mi otro gran amor: los superhéroes. La relación entre estos dos conceptos es muy fuerte. Frases que a cualquier persona le resultarán familiares como «¿Es un pájaro? ¿Es un avión? No, ¡es Superman!», «¡Es la hora de las tortas!» o «Un gran poder conlleva una gran responsabilidad» no dejan de ser intertextos relacionados con el mundo de los superhéroes.

En las adaptaciones audiovisuales de superhéroes son imprescindibles lo que los americanos llaman easter eggs (huevos de Pascua), pequeños regalos para el fan en forma de referencias a los cómics. Estos guiños pasan más desapercibidos que Rossy de Palma en una exposición de Picasso para quien no ha tenido contacto con los tebeos, pero el aficionado disfruta reconociendo los elementos provenientes de las viñetas. En un momento en que la industria audiovisual bebe de los cómics más que nunca, el traductor no puede ni debe ignorarlos. La traducción de estos elementos deberá coincidir con la que se les dio en el material original, aunque haya que recurrir a una fuerte documentación y/o a las fuentes originales. Hay otras partes implicadas en el proceso y serán el ajustador y el cliente los que tengan la última palabra en la conservación de la intertextualidad, pero eso ya no está en nuestras manos.

Si vais al cine con cierta asiduidad (es decir, si tenéis los miércoles por la tarde libres), habréis notado que es raro el mes en el que no se estrena una película de superhéroes. El género ha ganado en variedad y popularidad y goza de gran éxito en la actualidad. Las productoras no son tontas y saben que los seguidores del cómic son una parte importante de su público, así que cada vez cuidan más las traducciones. Suelen dejar satisfecho al fan, aunque de vez en cuando se les pase alguna referencia o realicen alguna modificación por motivos comerciales. ¿Pasa lo mismo con las series de televisión que han surgido como consecuencia del reciente auge del género? Analicemos algunos casos extraídos de series de superhéroes en los que no se recurre a las traducciones prefijadas del cómic y descubramos si el efecto que los intertextos tenían en el original cambia. Para ser justos, hablaremos tanto de Marvel como de DC, las dos compañías que vendrían a ser el Madrid y el Barça de los superhéroes (no me preguntéis cuál es cuál, que en esta frase ya he agotado todos mis conocimientos sobre fútbol). Admito que yo siempre he sido más de Marvel, pero intentaré que no se me note demasiado.


22 de enero de 2016

No hablo spagnolo. El arte de traducir del español al español

Es una verdad universalmente reconocida que toda persona de bien posee amplios conocimientos sobre el arte de la traducción. El traductor común está más que acostumbrado a que le recuerden que encargos de miles de palabras se pueden hacer en cinco minutos (¿o acaso no sabe usar el diccionario?). Tampoco le resulta extraño que algún cliente le aliente señalándole que su sobrino, que estuvo tres semanas aprendiendo inglés en Irlanda, podría realizar el mismo trabajo a la perfección. Si comete la temeridad de interesarse por la traducción audiovisual, en su entorno no perderán la oportunidad de comentarle emocionados que están deseando escuchar su voz en alguna película de próximo estreno. Todas estas afirmaciones denotan un vasto dominio de la materia. Por tanto, me parece muy sorprendente que gran parte del público desconozca que, en ocasiones, los traductores se ven en la tesitura de tener que traducir del español al español.

Teniendo en cuenta que el español es la segunda lengua más hablada del mundo y que la cultura hispanoamericana tiene especial relevancia en Estados Unidos, no nos debería sorprender que nuestro idioma realice apariciones especiales en la versión original de algunos largometrajes o series. Se suele utilizar para caracterizar a los personajes latinos y para crear situaciones repletas de dificultades comunicativas que, generalmente, buscan un efecto cómico. No hace falta ser Erasmo de Róterdam para concluir que esto último supone un problema importante a la hora de traducir, puesto que los personajes que originariamente hablaban dos idiomas distintos pasarán a comunicarse usando la misma lengua en el doblaje al español. Son varias las dudas que nos asaltan al llegar a esa conclusión: ¿será posible mantener de alguna manera la diferenciación lingüística y los malentendidos en la traducción? ¿Es mejor que el traductor no toque nada y aproveche el regalo que supone que le den directamente algunas frases en español? ¿Qué haría Google Translate ante un caso así?

Quico Rovira-Beleta, uno de los grandes de la traducción audiovisual en España, nos dice en el documental Voces de película (disponible en YouTube y de visión obligada para cualquiera que esté interesado en el doblaje cinematográfico) que hay dos tendencias principales a la hora de enfrentarse a este problema. La primera es doblar con acento latinoamericano al personaje que hable nuestra lengua en el original. La contraposición entre el castellano y el español latinoamericano mantendría la sensación de que los personajes hablan de forma diferente y permitiría que también se dieran equívocos en el producto traducido. La segunda estrategia consiste en sustituir el español por otros idiomas como el portugués o el italiano, que resultan teóricamente fáciles de entender para el público de este país. Una solución que modificaría el material de una manera más profunda, pero cumpliría su función.

8 de enero de 2016

¿Me llamo Bond? La unificación de marca en «Spectre»

A lo largo del 2015, los amantes del cine de espionaje estuvieron de enhorabuena. Desfilaron por la cartelera acercamientos tan diversos a la figura del agente secreto como Kingsman. Servicio secreto, Espías, Operación U.N.C.L.E., Misión imposible: Nación secreta, American Ultra o Anacleto: agente secreto. Todas ellas bastante divertidas y algunas incluso entre lo mejor del año (sí, te estoy mirando a ti, Kingsman). Por si todo esto fuera poco, en noviembre volvió a las andadas el mejor de los espías. ¿El gobierno de los Estados Unidos? No, amigos, me estoy refiriendo a James Bond.

Skyfall (2012) supuso una fusión perfecta entre todo lo que mola del nuevo Bond interpretado por Daniel Craig y todo lo que molaba del Bond más clásico, sazonada con una fotografía exquisita, un Javier Bardem desatado y un temazo de Adele de esos que es imposible no ponerse a cantar a voz en grito con cualquier excusa. Una combinación mejor que cualquier Martini con vodka (aunque sea mezclado, pero no agitado). Después de esta bonita sorpresa, los seguidores de 007 morían por conocer detalles de su siguiente aventura. No tardó mucho en salir a la luz que el director Sam Mendes iba a repetir y, entonces, la pregunta pasó a ser cómo lograría superarse esta vez. Cuando se reveló el título, a los fans de toda la vida no les quedó ninguna duda…


Aunque puede que a algunos de los fans españoles sí.

El título, que se ha mantenido inalterado en nuestro país, no se refiere a ningún ectoplasma (lo sentimos, Iker Jímenez), sino que alude a S.P.E.C.T.R.E., una organización criminal internacional a la que solía enfrentarse James Bond en las películas clásicas. Dicho nombre es un acrónimo en inglés de Special Executive for Counter-intelligence, Terrorism, Revenge and Extortion. Su líder era Ernst Stavro Blofeld, cuya icónica apariencia, que incluía calva, cicatriz en el ojo y gato blanco en el regazo, inspiraría el inolvidable personaje del Dr. Maligno de la saga Austin Powers. Esta organización, que ya aparecía en las novelas de Ian Fleming, ha sido siempre conocida en nuestro país como S.P.E.C.T.R.A. (¡la intertextualidad ataca de nuevo!). El cambio de la última letra se debe principalmente a que el significado que se ha establecido para las siglas en nuestro idioma es: «Sociedad Permanente Ejecutiva de Contraespionaje, Terrorismo, Rebelión y Aniquilamiento». Sin embargo, este término no se ha utilizado como título español de la película. Dejemos a un lado cualquier reticencia hacia la elección de la productora (el «daño» ya está hecho) e intentemos dilucidar por qué motivo se inclinaron por esta solución.