Últimamente hay más
películas de superhéroes que elecciones. Como aficionado al género, no puedo
hacer más que disfrutar del momento y cruzar los dedos por miedo a que esta
burbuja de amor por las capas estalle en cualquier instante. Como autor de un
blog de traducción audiovisual, no puedo evitar aprovecharme de las
circunstancias y colaros una entrada sobre el tema de vez en cuando. En esta
ocasión, me he decidido por centrarme en un aspecto que tiene más miga que el
mantel del Monstruo de las Galletas: la traducción de los nombres de los
superhéroes.
¿Por qué en nuestro
país no conocemos a Spiderman como, por ejemplo, el Hombre Arácnido? ¿O a
Superman como el Superhombre? ¿O a Iron Man como el Hombre Plancha? En
definitiva, ¿por qué los nombres de algunos superhéroes se traducen y los de
otros no? Si hubiera que dar una respuesta sencilla, podríamos decir que es a
causa de los cómics. Como ya os he contado en alguna ocasión,
la intertextualidad resulta transcendental a la hora de doblar este tipo de largometrajes
basados en un material previo. Debido a esto, podemos suponer que la traducción
vendrá marcada por el nombre por el que son conocidos los personajes en nuestro
país gracias a los cómics. Por desgracia, en la traducción audiovisual nunca
hay respuestas sencillas. Cada vez son más numerosos los justicieros
enmascarados que acaban llamándose de manera diferente en la gran pantalla y en
las viñetas. Veamos si un repaso por los últimos estrenos del género nos ayuda
a aclarar las ideas (aunque obviaremos Batman
v. Superman: El amanecer de la justicia (2016) por motivos médicos).
Precisamente, uno de
los exitazos más inesperados de lo que llevamos de año lo protagoniza un señor
en mallas. Estoy hablando de Deadpool
(2016), que ha demostrado que el secreto para que no nos cansemos de
este tipo de adaptaciones es darle a cada una de ellas el tono particular
que le corresponde (es decir, ser fieles en espíritu a los cómics). Contra todo
pronóstico, una comedia para mayores de dieciocho deslenguada y bestia con un
superhéroe desconocido para el gran público ha batido récords de taquilla por
todo el planeta. Aunque, ¿cómo de desconocido era Deadpool en nuestro país?
Pues, con ese nombre, bastante. En los cómics españoles, este mercenario
bocazas siempre se ha llamado Masacre. De hecho, hace unos años se produjo un
videojuego sobre sus aventuras y se mantuvo
esta denominación. Es una traducción bastante creativa, para qué engañarnos,
pero es la que estaba establecida en España, qué le vamos a hacer. Para
compensar, los aficionados a veces nos referimos al personaje con el
sobrenombre de «muertopiscinas».
Sorprende que se realicen
modificaciones así en este tipo de películas, en las que se suele cuidar la traducción pensando en los fans (lo que no significa que no haya antecedentes, recordemos
que los X-Men eran la Patrulla-X en los cómics). Vale, cabe señalar que la
cinta da un origen al nombre en el que el término «masacre» no nos acabaría
de encajar, pero no es nada que no se pueda arreglar con un par de alteraciones
en el diálogo. Y, además, Javier Pérez Alarcón (@javipalarcon)
nos explica en esta charla que el doblaje de la serie animada de Spiderman de los 90 llamó Masacre a un villano del trepamuros que aquí siempre había
sido Matanza,
pero tampoco creo que eso fuera una razón de peso para que la productora
llevara a cabo este cambio. En mi opinión, el hecho de que hablemos de un personaje
minoritario (no es, ni de lejos, lo mismo que cambiarle el nombre a Batman) y
la popularidad que fue ganando la marca Deadpool en las redes sociales durante
los meses previos al estreno tuvieron mucho más que ver. Si fuera un caso aislado,
podríamos acostumbrarnos al cambio y hacer como que no ha pasado nada,
pero, para desgracia de los aficionados y de la intertextualidad, esto se está
convirtiendo en una costumbre.