Escuchar una voz
conocida puede resultar tranquilizador en según qué ocasiones. Cuando estás
solo en un lugar desconocido, cuando te encuentras alejado de tus seres
queridos o, sobre todo, cuando estás viendo una película doblada. Al menos,
eso parece que creen las productoras. Cada vez es más frecuente que en los
doblajes colaboren famosos que no tienen demasiada experiencia en este campo. Especialmente, en las películas de animación. ¿Cómo y por qué se originó esta
moda? ¿Cualquier personaje popular puede convertirse en actor de doblaje por
obra y gracia del marketing? Y, lo
que más nos interesa, ¿su presencia puede llegar a afectar a la traducción de
una película? Hagamos un repaso por algunos de los «doblajes VIP» que han
llegado a nuestras pantallas e intentemos encontrar respuesta a estos
interrogantes. Si no lo logramos, al menos nos habremos codeado con las
estrellas durante un rato. Igual hasta conseguimos algún autógrafo y todo.

En Dreamworks Animation
son unos auténticos especialistas en la materia. No hay ni una sola de sus
producciones en las que no haya al menos media docena de famosos en los papeles
principales. Esto supone una ventaja clara a la hora de promocionar sus productos
y a los actores no les conlleva mucho esfuerzo, así que todo el mundo gana. Solo
hace falta echar un vistazo a las fichas de tres de sus películas al azar en
eldoblaje.com para darnos cuenta de que las versiones españolas no se quedan atrás.
Comprobemos, por ejemplo, quien se encargó de doblar aquí El espantatiburones (2004),
Madagascar (2005) o Vecinos invasores (2006).
Aparecen ante nuestros ojos listas interminables de famosos de todo tipo.
Algunos nombres ya ni siquiera nos suenan, porque gozaban de una alta
popularidad en el momento del estreno y ya han caído en el olvido. Otros ni
siquiera son actores. Muy pocos habían participado en doblajes previamente.
Recordemos que en la versión original los papeles están hechos a la medida del intérprete y suelen basarse en su actuación y su voz. Por tanto, habrá que tener especial cuidado a la hora de buscar la voz española y no inclinarse simplemente por el famoso de moda. Hay que admitir que a veces se da en el clavo y se consigue encontrar a un rostro popular que encaja a la perfección con el personaje. Me vienen a la cabeza los casos de Josema Yuste como el ya mencionado Genio (muy a la altura de Williams), José Mota como el Asno de la saga Shrek o Anabel Alonso como Dory en Buscando a Nemo (2003), cuyas voces siempre se asociarán a estos personajes en nuestro idioma.
Recordemos que en la versión original los papeles están hechos a la medida del intérprete y suelen basarse en su actuación y su voz. Por tanto, habrá que tener especial cuidado a la hora de buscar la voz española y no inclinarse simplemente por el famoso de moda. Hay que admitir que a veces se da en el clavo y se consigue encontrar a un rostro popular que encaja a la perfección con el personaje. Me vienen a la cabeza los casos de Josema Yuste como el ya mencionado Genio (muy a la altura de Williams), José Mota como el Asno de la saga Shrek o Anabel Alonso como Dory en Buscando a Nemo (2003), cuyas voces siempre se asociarán a estos personajes en nuestro idioma.
Hotel
Transilvania 2 (2015) es otro desfile de
famosos en el que nos encontramos hasta a Alaska y Mario, que no se pierden ni
una. Esta secuela nos va a servir para ejemplificar otro de los peligros de
utilizar famosos en tu doblaje: introducir sus coletillas en el guion. Al final
de la historia aparece un nuevo personaje, un anciano vampiro llamado Vlad, que
en el original fue doblado por Mel Brooks y aquí por el actor Arturo Fernández
(las comparaciones son odiosas). Pues bien, como era de esperar, al diálogo de
Vlad se le añadieron un montón de «chatines» estratégicamente situados al final
de las frases y que ya os podéis imaginar que estaban ausentes en el inglés. El
público asocia esa coletilla con Fernández y, según podemos deducir, los
responsables pensaron que era imprescindible que apareciera en la película. La
introducción de coletillas, mejor o peor conseguida, supondrá siempre una
alteración del texto original. Una alteración con fecha de caducidad a
largo plazo, además. Dentro de algunos años nadie captará la referencia.
También puede ocasionar que el actor de doblaje eclipse al personaje, pero está
claro que eso no es la mayor preocupación en casos así.
Un caso que merece
un párrafo aparte es, sin duda, el del doblaje de Ferngully, las aventuras de Zack y Krista (1992). En esta película aparecen 32 personajes en total,
que en la versión original interpretaron figuras como Robin Williams, Christian
Slater o Tim Curry. Pues bien, Fox decidió que en la versión española todos los
personajes fueran doblados por el humorista Ángel Garó (que tuvo su momento de
gloria en los noventa, pero que a los más jóvenes ya ni os sonará). TODOS LOS
PERSONAJES. Y si no me creéis, vuelvo a recurrir a eldoblaje.com y os remito a la ficha de la cinta.
A Garó se le concedió un Récord Guinness y todo. Conseguir esta película
doblada se ha convertido en mi nuevo objetivo vital, pero he encontrado este fragmento en el Facebook del mismo Garó para que podamos hacernos una idea de lo insólito
de la propuesta.
En mi opinión, incluso
la propia industria es consciente de que la cosa se le ha ido un poco de las
manos. Durante los últimos tiempos, ha estado muy de moda en nuestro país un
concepto al que podríamos llamar «cameo especializado». Una de las productoras
que más lo ha potenciado ha sido Disney, que es tremendamente cuidadosa en sus
doblajes y ha encontrado un filón en él. Básicamente, consiste en darle un par
de líneas en el doblaje a un famoso relacionado con la temática de la película.
Por ejemplo, si la peli va sobre cocina, se decide que un cocinero de esos que
salen a todas horas por la tele le ponga voz a un personaje muy menor. De este
modo, se puede conseguir el alto nivel de promoción que aporta tener a un personaje
popular entre los actores de doblaje sin que repercuta demasiado en el
resultado final. Algunos ejemplos de esta curiosa estrategia son las
apariciones de Fernando Alonso y Antonio Lobato en Cars (2006), Ferran Adrià en Ratatouille
(2007) y Eduard y Elsa Punset en Del
revés (2015). ¡Si hasta Fofito hizo un breve papel como payaso de juguete
en Toy Story 3 (2010)! Vamos, que a
este ritmo igual nos encontramos a Trancas y Barrancas en la secuela de Ant-Man (2015). El último caso
representativo de este fenómeno todavía está en salas. Me refiero a la participación de Frank de la Jungla en la exitosa nueva versión de El libro
de la selva (2016) doblando un par de frases de un pangolín. (Yo tampoco
tengo ni idea de qué animal es ese. No me mires así, no soy Google).

No podemos acabar sin
señalar que en España se ha ido un paso más allá en esto de meter a famosos en
los doblajes y también se les utiliza para películas en imagen real. Esta
práctica ha ocasionado desastres tan memorables como ver al cantante Dani
Martín doblando a Jack Black en Escuela
de rock (2003). Intentar hacerte creer que una estrella de Hollywood habla
como el de El Canto del Loco igual es forzar demasiado la suspensión de la
incredulidad necesaria para entrar en el juego del doblaje. La única
consecuencia positiva que se me ocurre de este tipo de decisiones es que pueden
servir para que se estrenen productos minoritarios en nuestro país al
asociarlos con alguien conocido, como cuando Ángel Martín puso voz al cómico
Chris Waitt en La historia completa de
mis fracasos sexuales (2009). Más populares son los doblajes de Florentino
Fernández en la saga Austin Powers y
de Gomaespuma en Ali G anda suelto (2002), con frases que muchos nos sabemos de memoria.
Claro que en estos casos no se limitaron a doblar, sino que también metieron
mano en la adaptación del guion. Es obvio que el objetivo de replicar
el efecto cómico en el público español se consigue, pero a costa de alterar
bastante más de lo que estamos habituados el original.
Tras este repaso, mi conclusión personal es que la utilización de famosos en el doblaje es
un recurso que puede darnos alegrías si se recurre a él de una manera cuidada,
pero cuyo abuso es difícilmente defendible. De todas maneras, me gustaría cerrar
esta entrada con una frase muy cero sesenta:
«En España se hace el mejor doblaje». O uno de los mejores, si creéis que he sido demasiado entusiasta. Pensadlo. Los profesionales
de esta disciplina tienen que lidiar con decisiones tomadas por las productoras
con finalidades puramente comerciales y, aun así, normalmente consiguen tener
resultados al menos aceptables y que el espectador no note todas esas dificultades. Eso es que no
hacen tan mal su trabajo. Aunque la popularidad se la lleven otros.
Lo de las colaboraciones y los famosos queda muy mal en muchas ocasiones. Aunque a mí me gusta cómo han doblado a Asno en Shrek, me sentó fatal la coletilla "ahora vas y la cascas".
ResponderEliminarY una pregunta que puede estar relacionada, ¿qué opinas de poner una voz para el diálogo y otra totalmente distinta para las canciones? Pongo el ejemplo de "Enredados" y "Frozen". En la película Frozen, la voz de Anna la hace una actriz, y las canciones de Anna las canta la persona que puso su voz a Rapunzel en "Enredados", así como de meter a la famosilla de Gisela (primera y única edición que recordamos de OT) cantando mal y a destiempo el "Let it go", mientras la voz del personaje es de una actriz de doblaje. A mí me sacó mucho de contexto, la verdad.
Para mí, uno de los casos que más chirría es en "Tiana y el sapo". Cualquier parecido entre la voz hablada y la cantada es pura coincidencia.
Eliminar¡Hola, Raquel!
EliminarA mí también me agrada José Mota como actor de doblaje (ya lo he dejado claro en la entrada), pero coincido en que hubo una época en la que metía/le hacían meter las coletillas de Cruz y Raya ("ahora vas y lo cascas", "andandará", etc.) en todas sus interpretaciones y resultaba algo molesto. De un tiempo a esta parte la cosa ha cambiado, afortunadamente.
Respecto a los cambios misteriosos de voz cuando los personajes empiezan a cantar, mi postura es bastante similar a la del uso de famosos: si se lo curran y consiguen que no chirríe, no me importa. Se me ocurren un par de casos en pelis Disney en los que no se nota tanto el cambio de intérprete. El Gastón de La bella y la bestia (1992), por ejemplo. Eso sí, cuando queda mal, queda fatal, como en los casos que has indicado. Estoy muy de acuerdo con Mar en lo de Tiana.
Un saludo y gracias por tu comentario.