Aunque hay cierta
sensación de temor en el ambiente respecto a que 2020 quizás solo fuera un
tráiler de 2021, hay que admitir que el año nuevo nos ha traído alguna cosa
positiva. Los amantes de la ficción superheroica hemos tenido la suerte de que,
tras más de un año de sequía desde el estreno de Spider-Man: Lejos de casa en junio de 2019, el Universo
Cinematográfico Marvel ha vuelto a ponerse en marcha (sí, también ha pasado
nosequé de unas vacunas, pero aquí nos centramos en lo importante). De hecho,
algunos podrían llegar a argumentar que la denominación habitual para referirse
a este popular cosmos audiovisual basado en la obra de Stan Lee se ha quedado
corta, porque ha vuelto a nuestras vidas cambiando de medio.
Para dolor de nuestro corazón cinéfilo, parece que las salas están condenadas a pasar una buena temporada vacías (o, desde luego, menos llenas que antes, que para los grandes estudios viene a ser lo mismo). Cada productora está intentando buscarse la vida como puede: estrenos simultáneos en cines y plataformas, ventas de derechos de exhibición a Netflix, retrasos de fechas hasta el infinito y más allá… Disney ha decidido sacar la artillería pesada y potenciar Disney+ al máximo. Durante los próximos meses, llegarán a la plataforma numerosas series exclusivas de sus marcas más potentes, como Pixar, Star Wars y, claro está, Marvel Studios. En este hilo de Twitter os resumí las claves de su pormenorizado plan para dominar el mundo del entretenimiento, pero el dato más relevante para el tema que nos ocupa es que Marvel se va a atrever con nada más y nada menos que once series. Personajes secundarios de las películas y otros nuevos que conoceremos por primera vez protagonizarán sus propias aventuras en formato doméstico, que estarán interrelacionadas con los futuros estrenos de la compañía en la gran pantalla. Los fans estamos como un alcalde en un centro de salud, queremos que nos pinchen todo lo que tengan en vena.
Por cosas de la covida,
la primera en estrenarse ha sido Bruja
Escarlata y Visión, que ya lleva unas semanas alegrándonos los viernes
aunque nunca estuvo previsto que inaugurara la tanda por lo arriesgado de la
propuesta. Tras los acontecimientos de Vengadores:
Endgame (2019), nos reencontramos con esta extraña pareja compuesta por una
hechicera y un robot intentando llevar una vida normal en un barrio residencial.
No tardaremos mucho en darnos cuenta de que en el vecindario suceden cosas muy
extrañas. Todo el mundo parece salido de otra época, se oyen risas y aplausos
en respuesta a las acciones de sus habitantes y no se atisban más colores que
el blanco y el negro. Este punto de partida permite a la serie homenajear en
cada uno de sus episodios el estilo, la estructura y la estética de las sitcoms
más icónicas de la televisión estadounidense con un envoltorio mucho más
cercano a las inquietudes modernas que presenta constantes misterios sin resolver.
Por no saber, no sabemos ni quién es el villano (aunque, según Twitter, el
enemigo son los veteranos).
Podríamos llenar una
entrada y media solo con todas las teorías locas que se han originado en estas
primeras semanas, pero estamos aquí para hablar de traducción y la serie
también está cargada de detalles destacables en ese sentido. Empezando por el título,
que ha sufrido un claro caso del síndrome
Vaiana. El original, Wandavision,
chocante pero juguetón, se ha visto sustituido en nuestro país por Bruja Escarlata y Visión. Wanda Visión
es una marca registrada en nuestro país por una productora y distribuidora
cinematográfica que lleva varios años en activo y que es probable que os suene
si habéis pisado alguna sala de cine en los últimos treinta años. Ante esta
problemática, se optó por una solución que omite el nombre propio de la
protagonista para centrarse en su alias superheroico y, además, remite a un
par de colecciones
protagonizadas por este dúo dinámico en las viñetas. Nos faltan los artículos
que suelen acompañar a sus nombres en los tebeos, pero no se puede tener todo
en esta vida. Si tenéis interés en saber más, en este
artículo de GQ hablan con mucho más detalle sobre el tema. Aquí ya sabéis
que estamos a favor de conservar (y hasta añadir) cualquier referencia
intertextual a los tebeos, así que las gallinas con capa que entran por las que
salen.
Si los responsables del
guion original se lo han pasado en grande imitando el vocabulario y los
diálogos de las grandes comedias televisivas de décadas pasadas, el equipo
encargado de la traducción y el ajuste (Quico Rovira-Beleta y Pablo Sevilla,
respectivamente) no se ha quedado atrás. Solo necesitamos centrarnos en los dos
primeros capítulos, reminiscentes de las sitcoms clásicas de los años cincuenta
y sesenta, para encontrar varios ejemplos muy floridos.
Golly! |
¡Caracoles! |
Golly! |
¡Caramba! |
Holy Toledo! |
¡Recórcholis! |
Ne’er-do-wells |
Zascandiles |
This is gonna
be a gas |
Esto
va a ser la monda |
Those pants are peachy keen |
Esos
pantalones son una cucada |
Las
soluciones que se han tomado en nuestro idioma podrían estar sacadas de
cualquier doblaje añejo de una telecomedia en blanco y negro y muestran una
riqueza léxica equivalente al original (de hecho, para rematar, hasta presentan
varias alternativas diferentes para los «Golly!»
originales). Son toda una cucada, desde luego.
Por supuesto, dado el carácter
cómico de la serie, no faltan las referencias veladas a que Visión en realidad
es un androide (bueno, si nos ponemos estrictos, un sintezoide, pero ya me
entendéis). Para que nadie se vea decepcionado, los guionistas no pierden la
oportunidad de que alguien le pregunte si le falta un tornillo («Have you got a screw loose?» en el
original). Uno de mis momentos favoritos de este estilo es la siguiente
conversación de Vis con un compañero de trabajo, que hasta mejora en la
traducción de Rovira-Beleta:
—I always thought you were kind of a square.
—Me? No, I’m just as round as they come.
—Siempre me has parecido chapado a la antigua.
—¿Yo? No, mi chapa es muy
moderna.
Otro
detalle que hace muy especial a esta serie es que cada capítulo cuenta con su
propia sintonía compuesta para la ocasión por Kristen Anderson-Lopez y Robert
Lopez, el matrimonio detrás de los temazos de la saga Frozen. Todas basadas en la comedia de situación que toque
referenciar esa semana, claro está. En contra de lo que se estila
últimamente y como muestra del mimo puesto
en el doblaje de este producto, también se han adaptado estas canciones al
castellano. Para ello, se ha contado con Miguel Antelo como adaptador y
director musical y Celia Vergara (la voz de Meg en las canciones de Hércules (1997), mucho ojo) y Manu Pilas
como intérpretes. La verdad es que la idea no podría sonar mejor (y el
resultado, más).
Resulta
muy estimulante que el desembarco de Marvel Studios en el formato televisivo sea
tan original y esté repleto de contenido tan sustancioso para cualquiera
interesado en el medio. Y eso que ni siquiera hemos llegado al ecuador de los
nueve episodios. No sé vosotros, pero yo no puedo esperar al capítulo en el que
homenajeen a 7 vidas.
¡No
cambien de canal!
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