18 de octubre de 2021

«Donjuán de cuarentena». Cantarle las cuarenta a la pandemia


Buen momento para retomar un blog de traducción, ¿verdad? Sobre todo, con cierto calamar a medio cocinar dando tanto que hablar en redes. Pero no vamos a tirar por ahí, aunque nos diera para más de una entrada. Ni siquiera voy a alardear más de la cuenta sobre que estos días se ha estrenado mi primer trabajo como traductor para Netflix. No. Lo que me ha animado a darle uso al procesador de textos de nuevo es destacar el trabajo de un compañero que se ha puesto el mundo pandémico por montera y nos ha regalado una muestra de lo mejor que puede ofrecernos nuestra profesión.

Ángel Domínguez, traductor audiovisual nominado a los Premios ATRAE y autor de los divertidos fotomontajes de la asociación, ha estrenado de forma gratuita Donjuán de cuarentena, una adaptación del disco Quarantine Casanova de Chromeo. Y flipas, ha llegado a grabar por su cuenta y riesgo su traducción de las canciones con ayuda de Miguel A. Sánchez y Nacho López Echeverría. Ángel se atrevió hasta a incluir su voz procesada como acompañamiento para dar las réplicas al cantante. Y el resultado ha quedado bastante parecido al original. Por lo que me cuenta, todo el proceso ha llevado tres meses de producción desde que adaptó el primer verso.

Él mismo nos explica por qué se lanzó a esta piscina que tenía toda la pinta de estar vacía: «En pleno confinamiento, Chromeo sacó este álbum para ayudar a la gente a desahogarse del mal rollo y demás, y destinar todo lo recaudado a un fondo de ayuda para la COVID-19. Yo vi el vídeo de “Clorox Wipe” y me enamoró al instante. Me rondaba la idea de si sería capaz de adaptarlo al castellano. Salto a un año después, volví a escuchar el álbum entero y me decidí a probar con esa canción. Después me enganché a otra y probé también a adaptarla. Y luego ya decidí hacerlas todas y grabarlo en plan profesional, gracias a que Chromeo publicó las versiones instrumentales de los cinco temas».

Analizar su labor me parece una excusa perfecta para ejemplificar una tarea tan ardua como la adaptación a otro idioma de canciones, que tiene mucho de transcreación, localización o, en definitiva, traducción (elige el sinónimo que quieras según la tarifa que tengas en mente).

El primer tema, «Quiero ser tu hidrogel» («Clorox Whipe» en el álbum original) es el que más apunta maneras de gran éxito. Con ese estribillo tan pegadizo, como para no hacerlo. Es mucho más fácil desinfectarse las manos hasta dejarlas sin gérmenes que quitárselo de la cabeza.



Por supuesto, ese rítmico «Quiero ser tu hidrogel» que se repite sin parar tras estos versos es la guinda del pastel melódico. Además, el cambio de las toallitas desinfectantes Clorox (con marca incluida) del original por hidrogel funciona a la perfección para el público de nuestro país. Otra expresión que destaca para mí en cada escucha es ese «Entremos en materia» cercano al final que, bueno, puede significar taaantas cosas... 

Pasamos ahora a hablar de distancia social o, como la llamamos los traductores autónomos, «nuestro día a día».



El título «Distancia social» es una deliciosa adaptación de «Six Feet Away» que funciona a la perfección a nivel silábico y conceptual. El resto del tema sigue bastante de cerca la letra inglesa, aunque permitiéndose reformulaciones como ese «La casa se me viene encima si no tengo tu calor» que suenan como si se hubieran escrito directamente en la lengua de Cervantes.

En la siguiente canción, «Tiempo de relax» («Stay in Bed»), ya empiezan a florecer referencias más cercanas a la realidad pandémica española, como alusiones a nuestra obsesión por creernos panaderos o a ese «himno balconero» del Dúo Dinámico que nos sirvió para darnos ánimos durante el confinamiento (y del que acabamos un poquito hartos, para qué negarlo).




Las referencias de este tipo se multiplican en «
La COVID me da estrés» («’Roni Got me Stressed Out»), donde se menciona tanto a los ERTE como a un tal «doctor Simón» (adecuado equivalente al doctor Fauci de  la letra original), se omite también una referencia a Teddy Riley (un señor que, por lo visto, tuvo una pifia épica durante un directo por internet) que es posible que resultara opaca en nuestro país y se hace un uso muy creativo del vocablo «Matusalén».

El broche final lo pone «Confinado embajonado» («Cabin Fever»), una de las canciones con más contenido y que más se prestan al juego traductológico. Para muestra, un botón que me parece que sirve como claro ejemplo del reto creativo que suponía el proyecto de Ángel y de lo efectivo de sus soluciones:



En estos tiempos de debates sobre la traducción automática y la posedición, Donjuán de cuarentena nos sirve para recordar todo lo que hay detrás de un buen trabajo de adaptación a otro idioma: una firme resolución, mucha imaginación y, sobre todo, profesionales dispuestos a dar lo mejor de sí mismos. Personas, al fin y al cabo

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