Si vamos a seguir
juntos en esto, hay algo que tenéis que saber sobre mí. Como ya conoceréis si
seguís mi Twitter (@RayoGarcia), no tengo muchos
vicios, pero sí una gran obsesión: la intertextualidad. Cualquiera que haya
estado mínimamente interesado por la traducción habrá escuchado miles de veces
eso de «todo depende del contexto». Así es. No es lo mismo que Forrest Gump te
diga: «Me voy a correr» que te lo diga Christian Grey. Ahí está actuando el
contexto, pero también un par de intertextos. Sin la intertextualidad no
sabríamos quiénes son esos dos personajes, ni las obras de las que provienen. Rosa
Agost, una auténtica autoridad en esta materia, definía la intertextualidad en
su libro Traducción y doblaje: palabras, voces e imágenes como «la
aparición, en un texto, de referencias a otros textos […] que funcionan como
signos que el espectador ha de saber descifrar si quiere comprender el
significado total del texto». Lo cierto es que todo texto contiene referencias
a otros textos, así que esta es una propiedad textual a la que el traductor deberá
prestar especial atención.
Todo en esta vida es
más fácil de entender con ejemplos, así que vamos a fijarnos en cómo se lidió
con la intertextualidad en el doblaje de ese gran homenaje al cine de animación
que es ¿Quién engañó a Roger Rabbit?
(1988), traducida por Alicia Losada y ajustada por Carlos Revilla en nuestro
país.
Hoy en día estamos
acostumbrados a los cruces entre películas, con superhéroes que viven en
universos compartidos y monstruosos psychokillers que coinciden en el mismo film con sangriento resultado,
pero el largometraje que nos ocupa ya consiguió reunir a los dibujos
animados más importantes de su época. Personajes emblemáticos de Disney, Warner
o Universal hacen apariciones estelares a lo largo del metraje. Tiene mérito,
sobre todo teniendo en cuenta que pertenecían a productoras diferentes (que la película emocionara a Spielberg y estuviera metido en el ajo como productor
seguro que ayudó). Por tanto, esta cinta nos viene como anillo al dedo para
ejemplificar diversas maneras de traducir intertextos al español.
A la hora de
enfrentarse a un elemento intertextual, el traductor tiene a su alcance dos
soluciones básicas. Por un lado, puede realizar una traducción referencial, es
decir, puede mantener la traducción que se le dio en obras previas al
intertexto para lograr el mismo efecto en el nuevo receptor. Por otro, puede
inclinarse por una traducción alternativa, perdiendo la referencia que se había
incluido intencionadamente en el original. En este largometraje se utilizan ambos
métodos.
Otro caso de
intertextualidad solucionado de la misma manera ocurre cuando, pasado el cuarto
de hora de metraje, contemplamos un divertido duelo de pianos entre el pato
Lucas y el pato Donald. En el fragor de la
batalla, Lucas no puede evitar soltarle su mítico «You are despicable» al pato contrincante. El doblaje mantuvo el
habitual «Eres despreciable», frase que resultará familiar a cualquiera que conozca a los Looney Tunes o a cualquiera que haya salido a ligar conmigo. Es
especialmente recomendable mantener las traducciones habituales de las
coletillas de los personajes para conservar la intertextualidad, puesto
que se basan en la repetición y cambiar una sola palabra puede hacer que al espectador le suenen a klingon.
Como nadie es perfecto,
en este doblaje también encontramos varias traducciones alternativas de intertextos, haciendo los guiños a otras obras más difíciles de
percibir para el espectador. Las causas para recurrir a este tipo de solución
pueden ir desde una falta de documentación que impide reconocer el elemento en
cuestión hasta una petición expresa del cliente de modificar su traducción, sin
olvidar que pueden ser fruto de un cambio realizado por el ajustador.
En nuestro siguiente ejemplo aparece, precisamente, una coletilla. Cuando nuestro protagonista, el detective Eddie Valiant, visita Dibullywood, hogar de los «dibus», se encuentra con Mickey Mouse y Bugs Bunny en una situación algo comprometida (cayendo al vacío desde un rascacielos). Bugs le saluda diciendo: «¿Qué hay, Doc?». Esta frase suena algo rara, y no solo porque, que nosotros sepamos, Valiant no cursó ningún título en Medicina. Lo que decía el conejo en cuestión en la versión original era «What’s up, doc?», un saludo que en nuestro país habitualmente ha sido traducido por «¿Qué hay de nuevo, viejo?». La nueva traducción, más literal, hace que este guiño pase desapercibido para el espectador español.
Los nombres propios
también pueden ser transcendentales para la intertextualidad. Pocos segundos
antes de conocer a Bugs y Mickey, aunque ya en caída libre, nuestro
protagonista se encuentra con un pequeño pájaro amarillo. Para nuestra
sorpresa, en el doblaje español el detective le llama «Tweety». Una conservación del nombre
en inglés que nos parecería normal si a este observador de lindos gatitos no lo
conociéramos como Piolín. No sabemos si estas traducciones alternativas se
debieron a problemas legales para usar los nombres en español, a modificaciones
llevadas a cabo durante el ajuste o, simplemente, a que no se captaron las referencias, pero de lo que no cabe ninguna duda es de que el efecto de estos elementos no fue el mismo para el espectador español.
Si algo demuestran
todos estos casos es que la intertextualidad resulta un aspecto de vital
importancia para la traducción. El traductor tiene que detectar todas las referencias,
que pueden estar escondidas o aparecer cuando menos se espera, y ser
extremadamente cuidadoso a la hora de darles un equivalente. Se necesitará una
importante labor de documentación, pero mantener esta propiedad
textual resulta esencial para realizar el mejor trabajo posible. El traductor
no deja de ser un productor de textos y, por tanto, nunca debe olvidar que todo
texto contiene referencias a otros textos.
¡Eso es todo, amigos!
(Por lo menos, hasta después de Navidad).
Lo que has querido dejar claro, a parte de asegurarte que a le gente le gustara (como a mi), que sientes cierta debilidad por los conejos xD
ResponderEliminarPD: Ya se que regalarte por tu cumple.