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8 de abril de 2018

Traduciendo a Dory


No sé si el Joker ha vertido veneno en las redes sociales además de en la presa de Gotham City, pero los comentarios de algunos usuarios parecen llenos de dicha sustancia. Está científicamente comprobado que surfear la Red es una de esas actividades que no puedes llevar a cabo durante mucho rato sin acabar poniéndote de mala leche, como conducir o ver un programa de Salvados. Y, en el fondo, todos somos culpables de ello en mayor o menor medida.

Admitámoslo: nos va el salseo. El funcionamiento actual de las redes sociales nos obliga a tener siempre a mano una opinión formada sobre todas las cosas y criticar da mucho más juego que alabar. Estamos tan asentados en esta dinámica que la reproducimos casi sin darnos cuenta en cualquier ámbito. Y sí, aquí es donde empezamos a hablar de traducción.

A principios de año Pablo Muñoz (@pmstrad), un nombre que os debería sonar si estáis interesados en esto de la traducción, publicó un vídeo inspirado por un tuit de Antonio Sirera (@astranslates), que os empezará a sonar dentro de muy poco si no lo ha hecho ya. Ambos se mostraban contrarios a la aparente necesidad de criticar malas traducciones presente en numerosos trabajos académicos centrados en esta disciplina. Malas traducciones que pueden venir originadas por factores externos, no lo olvidemos. En su opinión, no estaría de más recalcar de vez en cuando que ahí fuera también hay toneladas de buenas traducciones de las que hay mucho que aprender.

Leerles me hizo reflexionar y darme cuenta de que en este blog yo (el burro delante) he caído en ese error en numerosas ocasiones. Las equivalencias erróneas, los fallos de documentación o, para ser más claros, las salidas de tiesto dan más juego a la hora de divulgar sobre traducción audiovisual y son mucho más vistosas que las decisiones acertadas, pero no deberían eclipsarlas. Por este motivo, se me ha ocurrido que no estaría mal dedicarle una entrada entera a una buena traducción para compensar. Sin más excusa que celebrar el trabajo bien hecho.

La traducción elegida ha sido la correspondiente al doblaje de Buscando a Dory (2016), secuela algo tardía de Buscando a Nemo (2003) que solo puede ser criticada por ir sobre seguro repitiendo el esquema de la original, pero ¿de verdad hay alguien al que le parezca mal que exista una película a mayor gloria de Dory? Creía que no se podía vivir sin corazón. Volviendo al tema que nos ocupa, su adaptación al español tuvo como traductora a Lucía Rodríguez (con la que, por cierto, tuve la suerte de hablar hace unas entradas) y como ajustador a José Luis Ángulo. Os voy a dar tres razones por las que me enamoré de su trabajo. Solo tres pequeños detalles en una peli de ciento tres minutos. Y no vais a necesitar nada más para entender a la perfección por qué me moló tanto.

24 de abril de 2016

Camarero, hay un famoso en mi doblaje

Escuchar una voz conocida puede resultar tranquilizador en según qué ocasiones. Cuando estás solo en un lugar desconocido, cuando te encuentras alejado de tus seres queridos o, sobre todo, cuando estás viendo una película doblada. Al menos, eso parece que creen las productoras. Cada vez es más frecuente que en los doblajes colaboren famosos que no tienen demasiada experiencia en este campo. Especialmente, en las películas de animación. ¿Cómo y por qué se originó esta moda? ¿Cualquier personaje popular puede convertirse en actor de doblaje por obra y gracia del marketing? Y, lo que más nos interesa, ¿su presencia puede llegar a afectar a la traducción de una película? Hagamos un repaso por algunos de los «doblajes VIP» que han llegado a nuestras pantallas e intentemos encontrar respuesta a estos interrogantes. Si no lo logramos, al menos nos habremos codeado con las estrellas durante un rato. Igual hasta conseguimos algún autógrafo y todo.

Empecemos por el principio. Como os podéis imaginar, esto no nos lo inventamos nosotros. En EE. UU. también es habitual que el elenco de voces de las cintas animadas esté compuesto por actores famosos, aunque el proceso es bastante diferente, porque allí habitualmente graban sus líneas antes de que la película esté completa y la animación de los personajes se basa en su actuación. El caso es que no siempre ha sido así, antes eran profesionales del doblaje los que realizaban esta tarea. Sin embargo, el trabajo de Robin Williams como el Genio de Aladdin (1992) marcó un antes y un después. Aquello fue una unión perfecta entre actor y personaje. El Genio acabó convirtiéndose en el elemento más popular de la película. Desde entonces, se empezó a potenciar la inclusión de actores célebres en este tipo de proyectos hasta convertirse en algo habitual.

En Dreamworks Animation son unos auténticos especialistas en la materia. No hay ni una sola de sus producciones en las que no haya al menos media docena de famosos en los papeles principales. Esto supone una ventaja clara a la hora de promocionar sus productos y a los actores no les conlleva mucho esfuerzo, así que todo el mundo gana. Solo hace falta echar un vistazo a las fichas de tres de sus películas al azar en eldoblaje.com para darnos cuenta de que las versiones españolas no se quedan atrás. Comprobemos, por ejemplo, quien se encargó de doblar aquí El espantatiburones (2004), Madagascar (2005) o Vecinos invasores (2006). Aparecen ante nuestros ojos listas interminables de famosos de todo tipo. Algunos nombres ya ni siquiera nos suenan, porque gozaban de una alta popularidad en el momento del estreno y ya han caído en el olvido. Otros ni siquiera son actores. Muy pocos habían participado en doblajes previamente. 

Recordemos que en la versión original los papeles están hechos a la medida del intérprete y suelen basarse en su actuación y su voz. Por tanto, habrá que tener especial cuidado a la hora de buscar la voz española y no inclinarse simplemente por el famoso de moda. Hay que admitir que a veces se da en el clavo y se consigue encontrar a un rostro popular que encaja a la perfección con el personaje. Me vienen a la cabeza los casos de Josema Yuste como el ya mencionado Genio (muy a la altura de Williams), José Mota como el Asno de la saga Shrek o Anabel Alonso como Dory en Buscando a Nemo (2003), cuyas voces siempre se asociarán a estos personajes en nuestro idioma.

22 de enero de 2016

No hablo spagnolo. El arte de traducir del español al español

Es una verdad universalmente reconocida que toda persona de bien posee amplios conocimientos sobre el arte de la traducción. El traductor común está más que acostumbrado a que le recuerden que encargos de miles de palabras se pueden hacer en cinco minutos (¿o acaso no sabe usar el diccionario?). Tampoco le resulta extraño que algún cliente le aliente señalándole que su sobrino, que estuvo tres semanas aprendiendo inglés en Irlanda, podría realizar el mismo trabajo a la perfección. Si comete la temeridad de interesarse por la traducción audiovisual, en su entorno no perderán la oportunidad de comentarle emocionados que están deseando escuchar su voz en alguna película de próximo estreno. Todas estas afirmaciones denotan un vasto dominio de la materia. Por tanto, me parece muy sorprendente que gran parte del público desconozca que, en ocasiones, los traductores se ven en la tesitura de tener que traducir del español al español.

Teniendo en cuenta que el español es la segunda lengua más hablada del mundo y que la cultura hispanoamericana tiene especial relevancia en Estados Unidos, no nos debería sorprender que nuestro idioma realice apariciones especiales en la versión original de algunos largometrajes o series. Se suele utilizar para caracterizar a los personajes latinos y para crear situaciones repletas de dificultades comunicativas que, generalmente, buscan un efecto cómico. No hace falta ser Erasmo de Róterdam para concluir que esto último supone un problema importante a la hora de traducir, puesto que los personajes que originariamente hablaban dos idiomas distintos pasarán a comunicarse usando la misma lengua en el doblaje al español. Son varias las dudas que nos asaltan al llegar a esa conclusión: ¿será posible mantener de alguna manera la diferenciación lingüística y los malentendidos en la traducción? ¿Es mejor que el traductor no toque nada y aproveche el regalo que supone que le den directamente algunas frases en español? ¿Qué haría Google Translate ante un caso así?

Quico Rovira-Beleta, uno de los grandes de la traducción audiovisual en España, nos dice en el documental Voces de película (disponible en YouTube y de visión obligada para cualquiera que esté interesado en el doblaje cinematográfico) que hay dos tendencias principales a la hora de enfrentarse a este problema. La primera es doblar con acento latinoamericano al personaje que hable nuestra lengua en el original. La contraposición entre el castellano y el español latinoamericano mantendría la sensación de que los personajes hablan de forma diferente y permitiría que también se dieran equívocos en el producto traducido. La segunda estrategia consiste en sustituir el español por otros idiomas como el portugués o el italiano, que resultan teóricamente fáciles de entender para el público de este país. Una solución que modificaría el material de una manera más profunda, pero cumpliría su función.