24 de enero de 2020

¿Quién detecta a los detectives? Entrevista con Mario Pérez, traductor de «Watchmen» y «Puñales por la espalda»



Como decíamos ayer…

2019 fue un gran año para el audiovisual: se estrenaron películas sobresalientes, se propagaron las plataformas repletas de buenas series y, sobre todo, no publiqué ninguna entrada nueva en el blog. No tengo perdón de Alan Moore, es verdad, pero fueron doce meses muy movidos de traducciones, charlas y objetivos cumplidos, aunque eso es otra historia y debe ser contada en otra ocasión. Lo importante hoy es volver por todo lo alto. Vais a disfrutar tanto de la sorpresa que os tengo preparada que os parecerá que estos meses de ausencia nunca han sucedido. Ejem.

A lo largo de 2019, hubo dos doblajes que me llamaron poderosamente la atención por su calidad y por su capacidad de salir airosos de un desafío tan costoso como formar gobierno en España (dejando a la gente más contenta, además). Por un lado, el de Watchmen, la serie que se ha atrevido a continuar el que muchos consideran el mejor cómic de todos los tiempos sin cortarse a la hora de referenciarlo o replicar su calidad literaria. Por otro, el de Puñales por la espalda (2019), el juguetón largometraje en el que Rian Johnson coge el género de las películas de detectives y lo sofistica hasta crear una sátira que retrata la América de Trump de una forma tremendamente divertida. Estos dos proyectos tan dispares tienen algo en común: su traductor.


Mario Pérez ha firmado la traducción para doblaje de películas como Nación salvaje (2018) o The Upside (2017) y series como Barry, Euphoria, She-Ra y las princesas del poder o Sex Education. Como ya habréis podido apreciar (y si no, podéis comprobarlo en su ficha en eldoblaje.com), últimamente lleva una muy buena racha de proyectos interesantes en los que ha podido demostrar todo lo que vale. Cuando tuve la suerte de conocerlo en la ceremonia de los VII Premios ATRAE, me enfureció descubrir que, por si fuera poco, además es muy majo en persona. Tanto como para concederme una extensa e interesantísima entrevista sobre estas dos obras que tan loco me volvieron el año pasado. Podéis leerla a continuación.

—Mario, antes de empezar, me gustaría darte la enhorabuena por todo tu trabajo del año pasado. En esta conversación solo nos centraremos en dos proyectos, pero lo cierto es que ninguna de tus traducciones tuvo desperdicio. Dicho esto, vamos a hablar un poco sobre Watchmen, una de mis series favoritas de 2019. Me ha dicho un elefante que se trata de un encargo muy importante a nivel personal. ¿Podrías contarnos qué significó para ti trabajar en esta serie y resumirnos cómo transcurrió el proceso en general?

Es el típico caso en el que te enteras de que hay un proyecto en el aire, deseas que ojalá te toque y acaba pasando, porque buscan un perfil determinado, porque tienes experiencia en hacer cierto tipo de productos… En mi caso, por ejemplo, yo para HBO antes había hecho Preacher, que también está basada en un cómic muy emblemático bastante más sinvergüenza que Watchmen, y cuando llegó el proyecto me lo asignaron. Todo se llevó bajo secreto de sumario hasta prácticamente el final porque era una serie muy importante y veníamos de Juego de tronos, donde había habido problemas con temas de confidencialidad y alguna filtración. Esto supuso un lío porque muy pocas personas teníamos acceso a los materiales y había que seguir una serie de protocolos a nivel de organización que eran algo complejos, pero valió la pena.

Cuando me enteré de que me habían asignado la serie, di saltos de alegría en casa. Lo primero que hice fue repasar todo el material que tenía porque había hecho investigaciones sobre Watchmen y la traducción del cómic en las distintas ediciones que ha habido en España. Conocía bastante bien el tema, pero no sabía lo que me iba a encontrar porque no era una adaptación directa del cómic, sino una especie de secuela ambientada en el mismo universo, pero no una continuación inmediata. Así que recopilé todo el material gráfico que había: distintas traducciones del cómic inglés, la saga El Reloj del Juicio Final, todos los volúmenes de Antes de Watchmen… Algunos ya los tenía, pero otros no. Básicamente, hice acopio de todo el material y elaboré glosarios infinitos con todo tipo de términos por lo que pudiera pasar.

—Ya que sacas el tema, aquí siempre defendemos la importancia de la intertextualidad y es obvio que supone un aspecto crucial a la hora de traducir esta serie, que, como has dicho, deriva de una novela gráfica que cuenta con numerosas ediciones en nuestro país, una adaptación previa al cine y varias series de cómics relacionadas. Teniendo todo esto en cuenta, ¿cómo se enfrenta uno a la ardua labor de documentación que conlleva un proyecto con tanto material derivado?

Con un mes de antelación, me leí todas las entrevistas que había dado el creador de la serie [Damon Lindelof] para intentar deducir por dónde iba a tirar y saber si iba a basarse más en la película, si se iba a centrar en el canon del cómic, si iba a tirar aunque fuera de refilón por las historias paralelas o de origen que se explicaban en los cómics de Antes de Watchmen… Gracias a eso, pude descartar  toda la saga El Reloj del Juicio Final porque dijeron de manera explícita y taxativa que no iban a ir por ahí. Tiene cierto sentido porque es una saga de cómics que entremezcla a estos personajes con el universo DC. Aparecen Batman, Superman… Entonces, era de esperar que no apareciera ninguno de esos superhéroes. Descartando eso, me dediqué básicamente a estudiar a fondo todo el background de cada uno de los personajes que estaban anunciados en la serie de HBO, porque había algunos que se sabía que no iban a volver a aparecer, y a hacer glosarios de absolutamente todo. Sobre todo, quería tenerlo todo muy fresco para cuando llegó el primer capítulo. Una vez llegó y pude valorar más o menos el nivel de interferencia de las otras obras, pude quedarme algo más tranquilo porque comprobé que se ceñía básicamente al cómic original y poco más. Había ciertas menciones a alguna información que aparecía en los cómics de Antes de Watchmen, pero cosas muy sueltas.


—Otro de los rasgos definitorios de esta serie es que, en realidad, se trata de una continuación de la obra original y, por tanto, añade elementos novedosos a este universo ficticio ya conocido. Has tenido la oportunidad de acuñar los equivalentes en castellano de varios personajes y conceptos debido a la importante ampliación de la mitología de Watchmen que implican estos episodios. ¿Supuso la complejidad y el detallismo de la realidad alternativa que nos presenta Damon Lindelof un desafío añadido?

Sí, claro. A ver, ocurría lo mismo que me había pasado haciendo Star Trek: Discovery, que te presentaban ciertas realidades que no se habían presentado nunca antes en la serie y había que ponerles nombre de alguna manera. Es cierto que, estando familiarizado con el cómic original, a la hora de bautizar ciertas cosas puedes coger un poco el tono, ese tono noir y comiquero, y saber que hay ciertas traducciones que tienen más resonancia que otras. A eso es a lo que te agarras a la hora de bautizar cosas. Pero, sobre todo, quería que no desentonara con lo que ya había, básicamente.

—Continuando con la dificultad de traducir a Lindelof a nuestro idioma, otro aspecto que debe suponer una complicación significativa a la hora de enfrentarse a sus guiones es la profundidad de los diálogos, que tienen la capacidad de decir mucho sobre los personajes a pesar de ser ambiguos. ¿Hay que llevar más cuidado del habitual cuando se traduce a guionistas a los que les gusta jugar tanto con el lenguaje?

Sí. El tema es que, además, en esta serie, como pasa muchas veces con los thrillers o las series de misterio, hay que tener mucho cuidado con cómo se traducen las cosas porque no sabes qué desarrollo van a tener. Puedes tomar una decisión traductológica y que esa decisión se resuelva cuatro capítulos después. En esta serie, como todo es una caja de sorpresas desde el principio hasta el final, hay que tener mucho cuidado porque una decisión que tomes ahora a los cinco o seis capítulos puede resultar equivocada porque quería decir otra cosa. Entonces, se ha hecho todo con mucho cuidado y las decisiones que eran un poco más arriesgadas se han intentado disimular. Intentamos no tomar decisiones en las que te mojes excesivamente y que luego puedas lamentar más adelante. Afortunadamente, y no es lo habitual, en este proyecto tuvimos los materiales con antelación. Lo bueno de las plataformas actuales es que se puede cambiar todo, desde el «Sicansíos» de Juego de tronos hasta «las putas puertas» por los «putos enanos» del Brujero.


—Hablando de diálogos, creo que es hora de pasar a una película que va sobrada de gente dialogando, Puñales por la espalda. De hecho, la incontinencia verbal alcanza un nivel tan alto que los personajes llegan incluso a pisarse o hablar a la vez en algunas escenas. ¿Es difícil sobrevivir a un largometraje tan parlanchín?

Los  proyectos en los que hay diálogo pisado, cuando unos personajes se superponen a otros y hay muchísimas líneas que se cruzan a la vez, siempre son muy complicados porque, aunque el espectador cuando ve la película no es consciente, eso multiplica una barbaridad la cantidad de diálogo que hay que traducir. Yo, por ejemplo, hago series corales tipo GLOW en Netflix, que traduzco para doblaje y tiene doce protagonistas. Aunque sean capítulos de media hora, hay tantísimos diálogos cruzados y habla tanta gente a la vez que es una traducción muy larga. En Puñales por la espalda, ya solo el protagonista, interpretado por Daniel Craig, tiene diarrea verbal y habla mucho. Además, casi todos los personajes principales coinciden casi todo el rato en las mismas escenas y hay muchísimo contenido. Lo complicado era que el guion estaba tan bien escrito y los personajes estaban tan bien diferenciados que no solamente había que hacer que el diálogo reflejase una interacción más o menos amena y dinámica, sino que había que caracterizar cada una de las frases de los personajes porque son muy distintos.

—Está claro que, como señalas, se trata de una producción en la que la caracterización de los distintos personajes (y, no lo olvidemos, sospechosos) resulta transcendental para que la historia llegue a buen puerto. Da la sensación de que tú te tomaste muy a pecho este aspecto. ¿Cómo enfocaste esta particularidad?

Cuando vi la película, noté que dedicaban parcelas individuales a cada uno de ellos para explicar sus motivaciones y su idiosincrasia y luego los hacían interactuar a todos juntos. El guion era tan bueno y la película estaba tan bien que hice una cosa que no había hecho nunca: preparé una especie de diagrama con las características del idiolecto de cada personaje. Si el padre de familia habla con un registro porque es un escritor y un hombre culto, eso se tiene que reflejar incluso en el habla coloquial y en la manera de interactuar con su familia. Otro personaje es un marido cojín que se aprovecha de la fortuna de la mujer y tiene que ser un poco canallita, otra es una mosquita muerta, otro un niño nazi que se masturba en el baño… Esto es importante si quieres explotar la vena cómica de la película, sacar el máximo partido a cada uno de los personajes y que, con solo escuchar una frase, puedas intuir de quién es. Hay varias escenas en las que hay muchas frases intercaladas y, aunque te puedes guiar por el timbre de la voz, tienes que ser más o menos capaz de reconocer e identificar la idiosincrasia del personaje en lo que dice. Eso es muy complicado porque, normalmente, en las series todo está más dividido, hay menos personajes al mismo tiempo y tienes un recorrido mucho más largo para reflejar sus personalidades. En una película, tienes que ser capaz de definir lingüísticamente a un personaje en cuatro trazos. Ese fue el reto de la película: conseguir que, como en todo buen thriller, todo el lenguaje encajara como las piezas de un reloj con el argumento.

—Es obvio que un guion que gira en torno a una trama de misterio y que está tan repleto de pistas (algunas más sutiles que otras) como el de Rian Johnson debe suponer todo un reto. ¿Costó lograr que todas las piezas del rompecabezas encajaran igual de bien que en el original en tu traducción?

Cuando tienes un guion que está trufado de pistas y easter eggs, muchas veces lo que ocurre es que, según vas avanzando, tienes que retroceder. Además, tienes que tener muy buena memoria y estar muy atento. A veces dicen una cosa y hace dos bobinas hacían una referencia similar y para que todo quede más claro y encaje mejor tienes que cambiar lo de antes. En muchas ocasiones, en los thrillers, a medida que se va desvelando información hay que ir hacia delante y hacia atrás. En este tipo de películas de misterio que recurren constantemente a los flashbacks y explican por qué han sucedido escenas previas hay que andar con mil ojos. Se te puede pasar algo o puedes haber cambiado la traducción en un flashback sin darte cuenta y se pierde la cohesión.


—Como los lectores que conozcan mis gustos audiovisuales ya se habrán imaginado, no podemos acabar sin que aproveche para preguntarte por una traducción tuya que acaba de estrenarse, la serie Star Trek: Picard, disponible en Prime Video. ¿Cómo ha sido la experiencia de tomar las riendas de un personaje tan querido por los fans de Star Trek? ¿Ha resultado más sencillo tras encargarte también de Star Trek: Discovery?

Sí es cierto que, cuando me llegó la serie, me impuso más que Discovery, precisamente por lo que dices tú. Es un personaje que la gente ya conoce y se va a analizar con un nivel de escrutinio importante, pero es cierto que lo que se me pidió fue mantener un poco la misma línea estética en los diálogos que en Discovery. El problema, y todos lo que sean fans de Star Trek lo saben, es que la franquicia ha tenido tantas sagas, traducciones y variaciones que no ha habido una uniformidad hasta que llegó Quico Rovira-Beleta a las películas y empezó a dar una cohesión terminológica y de estilo. Además, también se han hecho redoblajes. Lo cogí con un poco de miedo sobre todo por eso. Discovery era una serie nueva que tenía referencias a distintas sagas anteriores, pero era nueva, prácticamente había que hacerla de cero. Sin embargo, Picard tiene muchas referencias a la saga clásica. Pero sí, lo cogí con ilusión. El proyecto estaba bien, el funcionamiento fue más o menos el mismo que en Discovery, los materiales fueron más o menos iguales y los valores de producción de las dos series son muy parecidos. Son distintas. Esta, a priori, según el primer capítulo, parece más reposada y, claro, el protagonista es un señor que tiene ochenta años. Evidentemente, no es un héroe de acción. Entonces, la traducción sí que se encara de otra manera distinta, más cercana a un thriller político que a una serie de ciencia ficción o acción como Discovery, pero creo que a la gente le gustará.

Pues nada, vamos a tener que dejar la entrevista aquí porque tengo que ir corriendo a ponerme a Picard (por una vez, no significa que vaya a comer entre horas, mamá, que te veo venir). Muchas gracias, Mario, por tu trabajo y por esa pasión contagiosa con la que hablas de la traducción.

Vosotros podéis ir corriendo a seguir a Mario en Twitter (@Marioblaje) si queréis tener vigilado al vigilante. Espero que volvamos a leernos pronto, aunque, si tenéis prisa, siempre podéis acercaros este febrero a las IX Jornadas de Doblaje y Subtitulación de la Universidad de Alicante (soy parte del comité organizador) y nos vemos en persona. Sea como sea, seguiremos descubriendo juntos nuevas vidas y nuevas civilizaciones, hasta alcanzar lugares donde nadie ha podido llegar. El doblaje, la última frontera. 

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